EMMA-Critica
“Carta: La figura enfoca la dialéctica particular
de la carta de amor, a la vez vacía (codificada) y expresiva (cargada de
ganas de significar el deseo)”
Roland Barthes en Fragmentos de un discurso amoroso
Emma se escribe con doble eme. Este no es un dato que podamos adivinar al
oír el sonido de esta palabra pero el personaje portador de este nombre
propio se encarga de aclararlo, ella es una Emma con dos emes, eso la
distingue del común de las Ema(s). Se lo aclara a Tony, su amor. Existe
algo acerca del lenguaje y sus intrincados caminos que es puesto en
cuestión: las palabras, los libros y las cartas (de amor y de juego) forman
parte del universo de sentido de esta obra y cobran gran peso en el
desarrollo de las acciones y los momentos de tensión de la pieza.
En la reseña sobre esta obra leemos: “Emma es una historia de amor...
y de desamor... Emma y Tony se aman... aman lo que son... o tal vez lo que
fueron... aman lo que podrían ser si supieran cómo ser…” Tratándose de una
historia de amor y habiendo tanto material producido sobre el amor en el
arte no podemos pasar por alto una referencia fundamental: Roland Barthes.
A propósito de las cartas de amor Barthes sugiere un juego dialéctico ya
que la carta es a la vez vacía (mediada por el lenguaje) y expresiva (ya
que intenta significar el deseo). A Emma no le gustan las cartas y se lo
grita en la cara a Tony. Pero a Tony le encantan las cartas y le escribe
una a Emma en el aire. Este juego dialéctico al que Barthes se refiere
pareciera desvanecerse en el espacio escénico, Tony le pone cuerpo al
lenguaje llenando su carta de sentido pleno, de amor puro. Pero el juego
dialéctico persiste como un vaivén entre estos dos personajes: Emma utiliza
el lenguaje como una herramienta y articula pensamientos lógicos. Tony,
quién confiesa no haber podido terminar de leer un libro, encarna el
lenguaje y lo arroja al mundo en forma de sentimientos y emociones.
Esta obra de Analía Mayta trata sobre el amor pero también sobre las
maneras posibles e imposibles de significar el amor. En esta búsqueda se
han visto implicados todos los componentes escénicos: la música, la
escenografía y la iluminación generan climas de tensión y ensueño. El
espacio va adquiriendo sentido a partir de la acción dramática. Resulta
interesante que no se trata de un espacio que precede a la acción sino que
va adquiriendo sentido a medida que se desarrolla la obra. El trabajo
actoral es minucioso y preciso, tanto Leticia Tómaz (quien también
participa en otros espectáculos dirigidos por Analia Mayta
como D-Generación o La sentencia de ser Ofelia) como Franco
Acevedo realizan un gran aporte al clima de la obra.
¿Dónde radica el encuentro entre estos dos personajes? Quizás justamente en
la diferencia y la imposibilidad del encuentro. Cada personaje genera una
reacción en el otro y a partir de ese estimulo cada uno puede ir
configurándose dentro de un relato personal. En todo caso ante la
imposibilidad de significar el deseo quedan los intentos desesperados por
bordear ese significado o algo que se parezca al amor…
Silvina Bernabé
Geoteatral
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